Para los que nunca tuvieron la suerte de asistir a este evento tengo que resaltar una cuestión, aparte de la pólvora y la devoción de los hueveros, está la puntualidad más absoluta para salir a la calle.
El Señor se puso su chubasquero, y a las seis de la tarde estaba en la puerta.
En la calle Estación se lo quitó, ya que el cielo se había despejado del todo y prosiguió su solemne procesión hasta casi las tres de la madrugada, acompañado de la pirotecnia correspondiente y el cariño de todos los corazones de Órgiva, de los que estaban alli, y de los que no estaban.
Os dejo por aquí algunos documentos gráficos, grabados por mi, que quizá expresan mejor el sentimiento y el significado de esta fiesta.
La salida
En las casillas nuevas
Llegando a la Ermita
En la plaza del Barrio Alto
La encerrá
Y por último, ya dentro de la Iglesia